Su alto nivel de maestría artesanal convierte al Alençon en un encaje único en su género. Se trata de un tipo de encaje que precisa de un laborioso y dilatado proceso de producción que puede llegar a siete horas por centímetro cuadrado.
Dominar la técnica del alençon requiere de una formación mínima de hasta siete a diez años y una estrecha comunicación entre encajera y aprendiza, ya que todo el conocimiento se transmite puntada a puntada de forma oral.
Este encaje está integrado por motivos religiosos o profanos que se unen entre sí a través de una fina malla bordada.
Este encaje recibe su nombre por la localidad francesa de Alençon (Alenzón), un pueblo situado en la región de Normandía (Francia), cuya fama produciendo este tipo de tejido ha traspasado fronteras llegando hasta latinoamérica donde los encajes de alençon son comúnmente aplicados en trajes regionales.
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